jueves, 27 de octubre de 2016

Aveces me da un poco de vertigo la vida, cuando veo el impacto que produce la especie humana en la tierra, en el agua, en el aire, en las mismas personas y al observarlo conversando nos ponemos a pensar que lo que hagamos va a ser para que los hijos de los hijos sigan teniendo un planeta vivo para habitar y cuidar, ese vertigo viene a mi al comprender que mi persona en su condición efimera no podrá eventualmente ver muchos de los frutos de las semillas plantadas y que tal ves antes de que los arboles crezcan me convierta en alimento para ellos,.. Un desafio interesante para el ego cuando comienza a comprender la finitud y la posibilidad de lo infinito... en ese punto me pregunto si aquellas puertas se abren para quien las toca, solamente, o para quien a traves de un proceso intenso de auto-transformación, o como me gusta pensarlo auto-escultur-acción, se vuelve uno con la totalidad... y en ese hacer, ese contemplar, esa locura en si misma que es el ser, atreverse a actuar al margen de las estructuras, en el limite de la idea del amor, este se recrea se reinventa y se reaviva con las intenciones sinceras de depurar hasta los sentimientos, nuestras creaciones mentales, simbólicas, sonoras, visuales, multi-sensorias... todo esta en la licuadora en el camino del ser-depurado inivitandonos a ser la hoja que cae por causa del viento en el agua y recordandonos que mientras mas desarrollemos los vinculos del amor en el acto y en el habla, más cerca estaremos de ver los frutos... que alguna ves sembramos. 

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